Rishikesh, marzo 2023. Festival Internacional de Yoga.
Así comenzó esta aventura un año antes, pensando en ir al festival de yoga más importante del mundo, en la capital del Yoga, Rishikesh. Primero fue un sueño, como todo empieza, con una idea de, ¿podré ir? Era algo lejano pero a la vez India hacía tiempo que me estaba esperando. Yo la sentía familiar. Reservé con tiempo las entradas al festival, mucho antes de tener el pasaje o la visa, como un acto de fe. Sabía que una vez tomada la decisión todo iba a salir. Y así fue que me convertí en la Embajadora por Uruguay para el festival, lo que me colocó en algunos lugares privilegiados de cercanía con Pujya Swami Chidanand Saraswati, gurú y cabeza principal del Ashram Parmarth Niketan, y Sadhvi Bhagawati Saraswati, la parte femenina que dirige junto a él y a quien yo venía escuchando en sus Satsangs (que significa "la compañia de la verdad") todos los días desde casa a través de las redes.
No podía estar más feliz cuando por fin pude sentarme en su jardín privado a escucharla en persona ahí al lado mío, tan profunda y clara, tan amorosa y sabia ella. Eso fue una experiencia inolvidable. Así también cuando tuve la oportunidad de reunirme con Pujya Swami y un pequeño grupo para recibir la mirada profunda de quien sabe lo que es real y lo que es ilusorio. No soy fanática de nadie, nunca lo fui. No soy de seguir grupos ni maestros. Pero la sola presencia de Swami es sentir la presencia de algo divino. Un ser humilde y accesible, sencillo y de buen humor. Pude hacerle una pregunta y escuchar su respuesta inteligente. Agradecida.
Rishikesh tiene una energía especial. Es una ciudad vegetariana, en medio de los Himalayas. llena de ashrams y maestros de yoga. Es alegre y colorida. Hay varios cafés estilo occidental porque va mucha gente del mundo a estudiar y hacer retiros espirituales. Esos cafés se convirtieron para mí en refugios para las papilas gustativas, un descanso a tanto picante y un centro de wifi.
El Ganges, el río sagrado (Ma Ganga, como le llaman) que a esa altura es cristalino, recorre toda la ciudad por el medio. Cuenta la leyenda que Ganga era una diosa que volvió en forma de río. Un río que va en una dirección, hacia el océano, hacia el infinito, donde nos unimos al todo. El agua representa el prana dentro de Sushumna (nuestro principal canal de energía), la que despierta el Tercer ojo. Todas las noches hacíamos el ritual del fuego a orillas del río, el Ganga Aarti donde se ofrecen flores y se agradece cantando mantras y con lámparas de aceite encendidas, se dibuja el símbolo del Om.
En India todo puede ser o no ser... a veces dicen si cuando de verdad es un no sé. Entonces hay que tener mucha paciencia para seguir el ritmo y entender cómo adaptarse a los cambios de planes. Hay que saber hablar firme y claro, sin dudar demasiado y poner límites. Caminar con seguridad para que el próximo paso sea allá o acá y no en medio y te choques con una moto o una vaca callejera.
Eso que me decían que tuviera tanto cuidado, que allá era peligroso... pues en mi experiencia debo decir que me sentí más segura que en Montevideo. Las personas son intensas como todo lo es pero no agresivas. Se te acercan a charlar o vender con una sonrisa y respeto. Son un poco endulzantes de oídos, encantadores de serpientes, te dicen lo que te gustaría escuchar. En algunas cosas parecen ingenuos y en otras son más vivos que nadie. Todos te preguntan si estás casada, si tenés hijos, de dónde sos, y se sorprenden que viajes sola. Con el correr de los días aprendí cómo funcionaba el regateo, que hay que tener un extra para las propinas y a devolverles la sonrisa y el: "No, thank you" constante con simpatía.
Durante el festival pude estar en clases de grandes profesores de yoga, meditación, ayurveda, filosofía y sonido, de la India y del mundo. Hicimos mucho Kundalini yoga, pranayamas, prácticas intensas de asanas, charlas... Mis favoritos fueron Anand Mehrotra y Stewart Gilchrist, que me llegaron al corazón pero también me gustó mucho Gurmukh Kaur Khalsa y muy sobre todo la clase magistral de meditación de J.R. Midha. Todas técnicas y prácticas que traje para compartir en mis clases. Un honor y un privilegio haber podido presenciar tales enseñanzas. Gracias!
Sé que volveré a India más pronto que tarde, a Rishikesh y los himalayas. Espero poder empezar a compartir estos viajes con ustedes, aquellos que se sumen a los viajes grupales de retiro, clases, meditaciones, charlas, paseos y espiritualidad en la cuna del Yoga.
Namaste, María
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